martes, 13 de noviembre de 2007

BUENO...

Yo se que soy la más ingrata del mundo y que quede en que iba a estar escribiendo (a pesar de que no soy buena en esto), pero también es que siempre que entro a actualizar me pongo a hablar con tooodo el mundo y no hago nada… el caso es que hoy disidí adelantar lo que más pude y pasar al blog lo que escribo para ustedes en mi diario de vaquita…

Gracias por estar pendiente y por la buena energía… nos ha servido mucho!!!

MEJOR NO NOS PUEDE IR...





Desde que llegamos a Máncora solo han pasado cosas buenas. Les voy a contar…

Como teníamos planeado acampar en la playa decidimos salir temprano a buscar un sitio que fuera seguro para dos niñas bonitas como nosotras (je, je,je), pero lo que nos preocupaba realmente era las maletas, pues de todas formas habían algunas personas con carpa pero con lo del campeonato sabíamos que todo se iba a poner peor… finalmente encontramos un lugar que nos costaba 3 soles –unos 1.500 pesos colombianos- donde podíamos acampar frente a la playa, teníamos baño (se lo pueden imaginar) y nuestros morrales iban a estar un poco más seguros.

Mientras yo acomodaba mi maleta y recogía mi desorden, Nancita salió a localizar la familia que tanto le habían recomendado los hermanos que buscara, el cuento es que ella tenia malos los datos y así como que nunca los íbamos a encontrar, pero finalmente y por cosas de la vida se puso a hablar justo con la hermana de la señora que andábamos buscando… eso fue lo mejor que nos pudo pasar…

Nancita empezó contándoles que ella era hermana de Wilson –que en todos sus viajes por Suramérica SIEMPRE pasa por este lugar- y mejor dicho casi se mueren de la emoción… de ahí para allá les cuento que terminamos montando nuestra carpa en la terraza de una familia hermosísima que nos abrió las puertas de su casa y que en poquísimos días nos hicieron sentir parte de ellos… es que no se imaginan la calidad de personas que son ellos, desde el papá hasta los hijos, quienes sin conocernos nos ofrecieron además de cariño, una bonita estadía…

Empiezo por contarles de Joseph, el papá. Imagínense el cuadro. ..es un man grandote, pelo largo, dientes blancos y perfectos… nada que envidiarle capaz (el personaje mítico de la selva amazónica)… Justo cuando llegamos se encontraba limpiando la mandíbula del tiburón que había matado el día anterior con sus propias manos… el man bucea a diario (sin tanque) y conoce el mar como la palma de su mano… a viajado por el mundo como artesano y tiene un don para contar historias que se parece al cucho del gran pez… a lo bien, todos los días después de que llegaba del mar se sentaba a contarnos historias… ciertas o no, encantadoras.

El caso es que desde el día que llegamos nos enseño a hacer unas lámparas hermosas (las mismas que venden en Popayán como a $40.000) que muy seguramente nos servirá para desvararnos en el camino y nos animó para que trabajáramos la artesanía, en fin… como dicen por acá, solo hay que responder a la ley del viajero y ayudar en el camino, pues uno nunca sabe cuando nos tocará…

POR FIN!!!


Después de casi tres años buscando fotos por internet, leyendo diarios de viaje y añorando conocer esta playa y sus maravillosos atardeceres… llegamos a Máncora!!!
La playa de este lugar es más de lo que imaginaba… la arena es blanquita, limpia y mi adorado océano pacifico es hermoso… azulito, con unas olas inmensas y todo el mundo es feliz… en serio, por acá se pasean turistas, artesanos, deportistas… en fin. Definitivamente estoy que no me cambio por nadie. La gente es divina, la comida es riquísima y para los que tenían las esperanzas en que íbamos a bajar de peso por estos lados, pues les cuento que NO…

NUESTRA LLEGADA A PERÚ

El viernes muy madrugaditas dejamos el hotel y nos fuimos al terminal, pues la idea era pasar temprano la frontera de Perú y llegar a Máncora antes de que oscureciera para poder montar la carpa en la playa tal y como lo teníamos planeado.

Nos encontramos con un terminal bastante caótico y como la gente ecuatoriana no es que sea la mas cordial del mundo -mucho menos con un colombiano- la situación se hizo algo compleja y pesada, pero de nuevo vino otro de la tierrita que identifico el acento y llego a nuestro rescate... nos recomendó una buena empresa que se ajustaba al presupuesto y que además llegaba hasta Tumbes, el primer pueblo de Perú después de la frontera, evitándonos el trasbordo que ya nos había dicho tooooodo el mundo, era bastante peligroso. Desde ese momento no nos despegamos de él hasta llegar hasta nuestro destino.

El caso es que sólo salimos hasta las 10:00 de la mañana. En el bus iban otros viajeros que también iban para Máncora, pero en el camino, al igual que en el recorrido anterior, se recogió gente hasta que no le cupo un alma más...

Finalmente nos despedíamos de Guayaquil, una ciudad que nos había sorprendido con su organización pero que no pudo esconder las condiciones reales en las que vive su gente... cada vez que nos alejábamos de esa ciudad que se esfuerzan por mostrarle al mundo, veíamos la pobreza y el abandono total en la que vive una gran parte de la población… el deterioro de las viviendas, calles sin pavimentar y una tierra totalmente árida adornada con los residuos y escombros que deja “la gran ciudad”. Como era apenas obvio nosotras también habíamos caído deslumbradas ante una imagen construida para los de afuera,” para los que no saben como son las cosas de acá”, como me lo decía el señor de al lado…

Bajo ese mismo panorama y un clima bastante gris llegamos a la frontera… varias personas estuvieron al tanto de nosotras para colaborarnos con el papeleo y algunas indicaciones, pero así corriéramos contra el tiempo las cosas no estaban saliendo como lo teníamos planeado, pues estaba oscureciendo y el hecho de no conocer el lugar donde íbamos a montar las carpas nos preocupaba mucho.

El caso es que llegamos a Tumbes a las 5:00 de la tarde y todavía nos restaba 2 horas más de camino hasta llegar a Máncora, que finalmente se convirtieron en 3 horas y media , pues nos dimos cuenta que por esos días estaba por empezar un campeonato internacional de surf femenino y por lo tanto el trasporte estaba casi 4 veces más de lo que cuesta normalmente… nos toco viajar entonces en el carro más podrido que encontramos. Venia cargado con todo… desde comida, madera, gasolina… le faltaba el fosforito,je,je,je.

Después de 12 horas de viajar seguido, después de pasar de un país a otro, con papeleo incluido, con hambre y a bordo de un colectivo suicida, llagábamos al pacifico peruano… el paisaje era hermoso. A un lado el desierto y al otro lado nos recibía un atardecer precioso y como todos saben mi obsesión con los atardeceres yo estaba feliz.

Sólo hasta las 8:30 llegamos a Máncora, pero a diferencia de los queridísimos ecuatorianos, desde que llegamos a Perú solo recibimos sonrisas y una grata bienvenida… todos querían ayudarnos y nosotras como somos bien juiciositas seguimos las recomendaciones de buscar un buen hotel, descansar y ya al otro día averiguar lo de la carpa. Y así fue.